jueves, 19 de agosto de 2010

No te puedo perder...


















Cristina es una chica especial. Cuando la conocí, su cuerpo transmitía luz, reflejaba fuerza y a la vez ternura. Había superado el casting para ser reportera de televisión en el programa “Directo a la noche” de Telemadrid, que yo subdirigía. En ese duro y estresante trabajo nació nuestra bonita amistad.

Cristina Serrato es una “artista”. Cuando enciendo la televisión la encuentro en todas partes: en anuncios, en diversos papeles de series de gran audiencia, como Hospital Central, Yo Soy Bea, El Comisario, El Síndrome de Ulises… También ha hecho teatro, cortos, ha posado para portadas de discos, es modelo… la lista es interminable. Yo sé que muy pronto hará el papel estelar de su vida y... ¡eclipsará el cielo y la tierra!



Cristina también es bailarina y cantante de ópera y zarzuela. Recientemente acompaña al micrófono a Agustín Galiana formando “ The Garbo”, un grupo musical con una estética años 20 y una propuesta musical que fusiona diversos estilos.


Y el pasado sábado 26 de junio presentaron su primer álbum en la sala Galileo Galilei de Madrid. Fue un gran éxito. Yo asistí con un amigo común, Santiago, también reportero y compañero del programa “Directo a la noche”. Nos gustó el concierto y al final aplaudimos como locos, casi nos dolían las manos…


“Le secret de ma mère! es el nombre de este álbum de “The Garbo y contiene 12 temas musicales, que son interpretados alternando tres idiomas, inglés, francés y castellano. La puesta en escena es realmente original, y hace gala de una gran elegancia y sensualidad, sin perder la sencillez escénica. El ambiente melancólico te envuelve, te hipnotiza…

La noche acabó en un restaurante cercano, donde fuimos a picar algo con unos amigos de Cristina. Conversamos de todo un poco, de lo divino y de lo humano, y una de las primeras cosas que Cristina me dijo fue: “la vida es esto, es este instante. No malgastemos la vida pensando en lo que haremos, en lo que queremos ser… disfrutemos el momento”. ¡Gran afirmación! Aún tengo colgada en la puerta de mi nevera la carta que me escribió Cristina nada más acabar el programa de Telemadrid. En ella me decía: “En este ciclo de mi vida has sido importante para que yo pueda creer en mí. Si no hubiera sido por tu humanidad y comprensión, muchos hubiéramos caído en la desesperación… He aprendido mucho profesionalmente, crecido humanamente y sobretodo, conocido personas maravillosas que se quedan en mi recuerdo para siempre, entre ellas tú. Ojalá que volvamos a encontrarnos por esta aventura de la tele… en un clima de solidaridad, unión y felicidad como el que tú si has sabido transmitir”.

Cristina, eres grande. Sabia. Un amor. Gracias. Te quiero, lo sabes.

sábado, 14 de agosto de 2010

Doctor... ¡no quiero ser coja!














Me he quedado coja. Si. Tengo la pierna derecha 1,7 centímetros más corta que la pierna izquierda. Con lo cual, ando torcida y desgarbada.

Siete meses después de haberme roto la cabeza del fémur, el traumatólogo me ha confirmado esta “cruel realidad”. ¡Sólo me faltaba esto! Y no es que sea un mal gravísimo, no. Lo que pasa es que… no quiero ser coja. Y si no soluciono el problema con rapidez, esta mala postura al andar me producirá desviaciones en la cadera y en la columna vertebral.


La visita con el doctor Truan, que me atiende desde hace ya años, la calificaría de “curiosa”. Llegué muy animada, convencida de que pronto podrían implantarme una prótesis de cadera para alargarme la pierna.


El médico, al estudiar las radiografías y calcular la diferencia de longitud entre una pierna y otra, exclamó: “es la primera vez en mi carrera que después de una rotura de cabeza de fémur veo que haya quedado tanta desigualdad entre las dos extremidades”, a lo que respondí: “si es que soy una joya, lo pillo todo”. “Que raro, que raro…” musitaba el doctor.


Yo insistía en que me operara, que me implantara la prótesis, pero me explicó que es una operación muy complicada y delicada, y que sólo la hacen con personas mayores. Además, tiene una vida de unos 12 ó 15 años, a lo que contesté: “no pasa nada, yo me muevo por los quirófanos como Pedro por su casa. Me vuelves a operar y me pones una nueva.” Pero él, tajante, me dijo: “No, no me vas a convencer.”


“Doctor…”
“¿Si?”, contestó.
“No quiero ser coja” le espeté.
A lo que cariñosamente me dijo: “Ya lo se. Mira, te pones unas alzas y estarás preciosa, ya lo verás. Además, sería más fácil cortarte la pierna izquierda que alargarte la derecha.”
Los dos sonreímos… aunque no me hubiera importado ser un poco más baja.

Los zapateros estarán encantados conmigo. He empezado a poner alzas en mis zapatos y no sale nada barato. Ahora, sólo queda que mi cuerpo se adapte a andar con ellos, porque entre tanta inmovilización, las muletas y caminando coja, mi cuerpo se ha viciado, y no acabo de andar erguida. Pero todo se andará, y nunca mejor dicho.


viernes, 6 de agosto de 2010

Amigas generosas






Con Beatriz Trapote habíamos quedado para tomar un café la semana que, precipitadamente, marchó a “Supervivientes, Perdidos en Nicaragua”, y naturalmente, tuvimos que posponer la cita para el regreso.

Bea y yo somos buenas amigas desde hace años y la quiero mucho. Es muy buena persona y tiene buen corazón. Tiene personalidad, un carácter fuerte y es muy segura de sí misma.

En las primeras emisiones de los programas del reality de T5 no podía soportar cuando la veía llorar o angustiada, y le dejaba mensajes de ánimo o apoyo en su e-mail personal o en el facebook para que los leyera a la vuelta. Es lo que creo que hacen las buenas amigas.

Cuando fue expulsada y volvió a España, la llamé. Charlamos como dos cotorras, y nos dimos cuenta que debíamos quedar a comer, porque sino saldría humo del teléfono.

Nos citamos cerca de T5. Ante un plato de ensalada y un gazpacho, hablamos de millones de cosas, entre saludo y saludo a compañeros de la cadena. Por supuesto, Bea no olvidó, como siempre, preocuparse por mi estado de salud, aunque dijo que mi aspecto era inmejorable.

Beatriz Trapote quería pedirme un favor. Me explicó que una amiga de Malena Gracia estaba ahora pasando por un cáncer y que sería reconfortante que pudiéramos conocernos. Bea sabe muy bien que las que hemos pasado por esta enfermedad somos grandes consejeras para las que lo están sufriendo. Y ella quería poner su granito de arena. Le dije que si, sin dudarlo, y se puso manos a la obra. No perdió ni un segundo… y organizó una cena para el día siguiente.

Y allí estábamos sentados a la mesa Bea, Malena, Yolanda, un encanto de mujer que acaba de recibir quimioterapia y radioterapia, su esposo y yo. Cenamos en el restaurante “por excelencia de Madrid” Lucio.

Por cierto, Lucio, que nos atendió como siempre de maravilla, sigue jugando todas las noches su partidita de cartas con sus amigos en el local con el puro en los labios, no sin antes, habernos contado unos cuantos chistes y anécdotas. Nos aseguró que si su local estuviera en Marbella, Michelle Obama seguro que hubiera ido a probar sus huevos estrellados ¡Quién tuviera su energía a su edad!

Y en nuestra mesa, la cena se alargó hasta la madrugada, y luego, todavía nos dimos un buen "bailoteo" en una discoteca cercana. Yolanda es una mujer que lleva bastante bien su enfermedad. “Los días que estás mal físicamente, sabes que tienes que pasarlos. No hay más. Lo aguantas lo mejor que puedes y ya está” nos explicó. “Lo que llevo mal” continuó “son los problemas psicológicos”. “Qué quieres decir” le pregunté. “Pues que muchos días no puedo hacer nada, ni dormir, ni leer, ni ver la tele, ni estar tumbada en el sofá, ni nada de nada… lo paso fatal”.

Durante la cena hablamos sobre el cáncer… Malena también vive de cerca esta enfermedad en un familiar directo. Pero también hablamos de la vida, de nosotras, de uñas postizas, de la comida, de la amistad, de la isla, de Víctor… No hablamos de Rafa Mora ni de la Legionaria.

Yolanda me pareció una mujer muy luchadora. Me gustó cuando dijo: “al diagnosticarme la enfermedad, tenía claro que no podía morirme… es que tengo dos hijas y no las podía dejar solas.” Su expresión y mirada reflejaban una gran ilusión por vivir. Y lo conseguirá. Pienso que no hay nada más importante en la lucha contra el cáncer que tener pensamientos positivos, fuerza y esperanza. Y ayuda, en este caso, de un marido especial, y de amigas tan cariñosas, tiernas y generosas como Malena y Beatriz. ¡Besos para ellas!