A las once y cuarto del mediodía suena el teléfono. Estoy adormilada en el sofá del salón de casa. La noche ha sido larga como tantas otras, aunque hoy ha sido más amena gracias a la gala de los Premios Oscar. Lentamente, saco la mano de debajo de la colcha y alargo el brazo hasta el aparato.

- “¡Hola! ¡Cuántos días sin saber de ti…! ¿Cómo estás?” -exclama la voz dulce de una de mis mejores amigas-
- “Bien, bien…”
- “He quedado para comer con Alfonso. ¿Te vienes?” -me pregunta-
- “Gracias, pero estoy muy cansada. Otro día… no he dormido casi nada y no puedo con mi cuerpo”
Hablamos un rato por teléfono y le explico lo poco que he hecho estos últimos días. Ella también me pone al corriente de sus cosas, y quedamos en hablarnos la próxima semana.
Cuando cuelgo el teléfono, me quedo inmóvil sentada en el sofá. Estoy en pijama, sin arreglar, agotada, apática… Pienso en lo mal que estoy, en lo larga que se me hace la enfermedad, en lo dura que es…Y así podría haber estado horas y horas. Pero de repente, una fuerza interior me estremeció: “¿Qué hago en casa y sin aprovechar las cosas maravillosas que hoy me brinda la vida?” Mi amiga me está ofreciendo la posibilidad de arreglarme, de ver el sol y de compartir una agradable comida con amigos entrañables. Y me digo: “Si voy, seguro que después me encontraré mucho mejor que ahora”.
En ese instante me doy cuenta de que, si yo quiero, en mi interior tengo energías suficientes para levantarme, vestirme, salir de casa… y hacer muchas más cosas. Y eliminar las vibraciones negativas que inundan mi mente. Todo es proponérselo. Todo es desearlo.

Contenta y con decisión, llamo a Eduardo y le propongo una comida con mis amigos. Por supuesto dice que sí, porque sabe que verles me hace feliz. Y dicho y hecho, a las dos estamos sentados en un restaurante encantador de Pozuelo de Alarcón y pasamos una tertulia de lo más agradable y divertida.
¡Qué tontería sucumbir a la pereza, al decaimiento…! Cada día estoy más convencida de que una mente positiva ayuda a una mejor respuesta del organismo ante la enfermedad del cáncer. Al estar contenta, ¿quizá nuestro cuerpo y nuestr

“¡Adiós a la pereza!” -os anuncio que llevaré por bandera esta frase en mi lucha contra el cáncer. No se trata de hacer ni mucho ni poco, sólo lo necesario para que los pensamientos puedan volar.
Eduardo:
Estos últimos días están más duros de lo previsto, se siente mucho más cansada y tiene "agujetas"en todo el cuerpo, por lo que se mueve poco. Así que en cuanto sale un plan divertido y con poquito esfuerzo físico, ¡al ataque! Además, el sofá ya está cogiendo su forma y eso no puede ser...
Se pasa mucho tiempo tumbada, eso es lo que le digo para "picarla", porque no es cierto del todo: hace cosas en casa que la agotan mucho, y además cuando yo no estoy cuida de ese par de becerrillos estupendos que tenemos -Gos y Mistu-, y el cachorro, que está ya enorme, da mucho trabajo. Doy fe.