
Dulós:
-“¿Te vas a operar?” -pregunta la enfermera mientras me prepara para realizar un electrocardiograma-
- “Sí, me van a quitar los expansores y a ponerme prótesis de silicona”
- “¿En los dos pechos?”
- “Sí, en los dos…” -respondo con cierta amargura-
Después de explicarle que el izquierdo me lo extirparon porque el cáncer estaba muy avanzado, pero que el derecho lo decidí porque me lo recomendaron los médicos, dijo:
-“Es la mejor decisión que podías haber tomado. Ahora los dos pechos te quedaran perfectos e iguales; te verás mucho mejor que con uno natural y otro de silicona”. A lo que añadió: “además, te has olvidado del problema del cáncer de mama para siempre”.
La enfermera no sabía que esas mismas palabras las he oído infinidad de veces. “En tu caso, mejor los dos pe
chos que uno…”. La primera vez que oí esa frase fue cuando mi ginecólogo, el Dr. Manuel Marcos, me dio los resultados de las biopsias realizadas en los bultos hallados en ambos pechos y me explicó que sólo tenía cáncer en el izquierdo. Ese día, con unas delicadas palabras, me recomendó que también me extirpara el sano, porque mi cáncer era bilateral -que suele presentarse en ambos órganos- y en tan sólo un año seguramente me habría atacado al otro pecho. “Piensa que, con toda probabilidad, en poco tiempo tendrás que volver a pasar por el quirófano, y por tanto sufrirás física y emocionalmente dos veces”, me aseguró, “pero haremos lo que tú quieras”. El doctor me dio tantas razones para que decidiera extirparme los dos, que sin demasiada convicción asentí, aunque con lágrimas en los ojos y en el alma.
Y ya no tristeza, sino rabia fue lo que sentí la siguiente vez que me dieron exact
amente el mismo consejo. Fue la doctora Skaarup, la ginecóloga del mismo equipo médico del doctor Marcos y que también me estaba tratando. Pero la “famosa” frase todavía la he oído muchas otras veces: por ejemplo, de boca de mi médico de cabecera, y ahora, de la enfermera del electrocardiograma. Mi doctora de Villanueva del Pardillo me dijo: “Con esta decisión te quitas la ansiedad de padecer cáncer de por vida”. Y lo que siempre me viene a la cabeza es: “sí, habré tomado la decisión correcta, pero… ¿y a mi quien me consuela?, ¿quién me devuelve mis sensaciones perdidas?”. Soy perfectamente consciente de que todos me han dado este consejo con su mejor intención. Son médicos y lo que quieren es curarme. Y así lo han hecho. Porque no se me olvida que en la biopsia posterior a la operación, los resultados anunciaron que ya tenía un cáncer incipiente en el seno derecho. No tengo más que felicitar al doctor Marcos y a la doctora Skaarup. No se equivocaron. Lo hicieron muy bien. Pero todavía hoy, cuando oigo de nuevo las palabras de “mejor dos…”, me entra cierto enfado. Enfado conmigo misma. Enfado porque todavía no he aprendido a vivir sin pechos. “Si al menos me hubiera quedado uno…”, pienso. Preferiría mil veces tener un seno reconstruido y el otro caído, que dos senos maravillosos… de silicona. Pero sé que tengo que aceptar la situación. No puedo seguir viviendo echando de menos algo que jamás volverá. La vida es mucho más que “dos pechos y dos pezones”. Lo sé.
La enfermera me realizó el electrocardiograma en pocos minutos, y me dijo que pasara a recoger los resultados al cabo de una hora. Esta prueba forma parte del preop
eratorio para la inminente intervención senos. A primera hora me habían extraído sangre para hacerme análisis, y ahora me harían una radiografía del abdomen. Ya con todos los resultados, me visitó el anestesista, el doctor Carlos Corbacho Fabregat. Después de hacerme un montón de preguntas, me dijo que las pruebas habían salido muy bien, y que no había ningún problema para la anestesia. También me aseguró que la otitis no representaba ningún peligro para la intervención.
Y aquí me tenéis. C
ontenta porque las pruebas han dado buenos resultados, y porque, espero, que nada impedirá que muy pronto luzca senos “nuevos”. Aunque el anestesista me advirtió que es una operación dolorosa, yo le razoné que: “¡después de perder dos pechos en un quirófano, para mí no es nada la reconstrucción!